Posicionar un destino turístico es mucho más que promocionar sus atractivos. Implica comprender su identidad profunda, movilizar a los actores clave, definir propuestas de valor claras y asegurar que la experiencia del visitante sea memorable antes, durante y después del viaje. En este proceso, la integración de todos los sectores —público, privado, comunitario y académico— se convierte en un factor decisivo para garantizar crecimiento sostenible y auténtico.
Un proyecto colectivo más allá de la promoción
El turista de hoy busca vivencias reales: contacto con la cultura local, autenticidad, seguridad, logística clara y atención profesional. Un destino se posiciona no solo con una campaña llamativa, sino con la capacidad de entregar una experiencia consistente. Esto solo se logra cuando todos participan: desde la administración municipal hasta los transportadores, hoteleros, guías locales, comerciantes y residentes.
Cada actor aporta una pieza clave:
• El sector público crea infraestructura, fomenta políticas de seguridad, regula y facilita el desarrollo.
• El sector privado innova, desarrolla productos, invierte en servicios y atrae clientes.
• Las comunidades locales otorgan autenticidad, cultura e identidad.
• La academia investiga, capacita y desarrolla conocimiento.
• Los medios y creadores de contenido amplifican la historia del destino.
Cuando estas fuerzas se coordinan, el destino crece con bases sólidas, generando valor para todos.
Construir una identidad única
Antes de posicionarse, un destino debe reconocerse a sí mismo. La pregunta clave es:
¿Qué hace a este lugar único?
Puede ser un paisaje, una tradición, una gastronomía, una historia o incluso la calidez de su gente. Identificar esta esencia es el primer paso para diseñar mensajes diferenciadores. El error más común es intentar parecerse a otros lugares en vez de destacar aquello que lo vuelve irrepetible.
Una narrativa clara construye reputación:
No viajamos solo para ver montañas o playas; viajamos por lo que esos lugares nos hacen sentir.
Generación de productos turísticos con valor real
El posicionamiento se fortalece cuando el destino ofrece productos integrales. No basta con tener atractivos; es necesario transformarlos en experiencias estructuradas:
• Caminatas guiadas
• Rutas gastronómicas
• Talleres culturales
• Aventura responsable
• Bienestar y descanso
• Observación de fauna y flora
• Experiencias de inmersión con comunidades
La clave está en convertir recursos en vivencias que el usuario esté dispuesto a pagar y recomendar.
Integración y corresponsabilidad
Un destino turístico competitivo se construye desde la unión. Cuando cada sector trabaja por separado, la experiencia se fragmenta y pierde calidad. Por el contrario, cuando existe corresponsabilidad, se alinean criterios de servicio, sostenibilidad, seguridad y promoción.
Ejemplos claros:
• Capacitar a comerciantes para brindar atención básica al turista.
• Articular a transportadores, guías y hoteles para ofrecer rutas completas.
• Involucrar a comunidades para desarrollar experiencias culturales respetuosas.
• Crear acuerdos para estándares mínimos de servicio.
Esto no solo eleva la calidad, sino que genera pertenencia: todos se convierten en embajadores del destino.
Sostenibilidad: la base del posicionamiento
Hoy, el turismo sin sostenibilidad está destinado a desaparecer. El posicionamiento debe considerar:
• Protección ambiental
• Uso responsable de recursos
• Respeto cultural
• Equidad social
• Distribución real de beneficios
Un destino bien posicionado protege su esencia para que el turismo no destruya aquello que lo hace atractivo.
Marketing inteligente y coherente
El marketing es la fachada del destino; la experiencia, su interior. Por eso, la comunicación debe ser:
• Atractiva
• Honesta
• Coherente con lo que realmente se ofrece
De nada sirve una campaña digital impecable si el turista llega y no encuentra lo prometido. La mejor publicidad es la recomendación y solo se logra cuando lo vivido supera lo esperado.
Conclusión
Posicionar un destino turístico es un arte colectivo. No depende solo de una oficina o un empresario. Requiere planificación, liderazgo, identidad clara, construcción de experiencias y una integración profunda entre todos los sectores. Cuando hay unión, visión y autenticidad, el destino deja de ser un lugar en el mapa y se convierte en una experiencia inolvidable.
En el corazón del éxito está la convicción de que el turismo es un vehículo para mejorar la calidad de vida de las comunidades, preservar el patrimonio y crear oportunidades. Si todos ganan, el destino brilla.


